El tiempo pasa inexorable. Ya hace tres meses que no me actualizan y yo, aquí, solo, esperando… Algunos ojos me miran y otros, amigos, me interrogan para conocer la razón por la que no me escriben, no me dan contenido…
De hecho, pensé que o bien la tristeza por la muerte informada en el anterior comentario (eterno ya en la primera posición de mi página inicial) o bien una idéntica suerte acaecida al “autor”, le impedían mi actualización.
Por ello, el otro día estuve hablando con Antonio al respecto. La verdad es que está muy rarito. No se que me dijo de “falta de tiempo”, “angustias”, “empacho de blogs”, “genealogías varias”, “otras actividades”, etc. Pero yo no le creo: estoy seguro de que lo que sucede es que no tiene nada que decir y que su ausencia es forzada por su falta de imaginación.
Claro que hasta su aspecto ha dejado mucho que desear. Si no, mirad vosotros mismos el aspecto de náufrago inicial que deviene en chico bueno gracias a una meritoria metamorfosis:
Y por fin:
Pero yo sólo soy una puta bitácora y no tengo derechos, por lo visto. Ni le pude aconsejar en su impresentable imagen ni ayudar cuando el pie le hizo “clac” haciendo deportes de alto riesgo (basket, a su edad). Lo único que pude hacer es robarle una foto de su flamante escayola, que por lo visto decidió voluntariamente quitarse el otro día. Peor para él.
Por ello he decidido autopublicarme. Supongo que a este paso no será la última vez. O bien le forzaré, amenazaré y chantajearé. Tiempo al tiempo.
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