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Posiblemente lo único que salva la situación que describo a continuación sea la solidaridad. Y es que en el fondo todos somos iguales…

Este verano, con jornada continua, Expo y algunos días de Rodríguez incluidos, he tenido algo de tiempo para hacer una de las actividades que siempre más me ha gustado: pasear por la Zaragoza de mis amores y desamores. Antes lo hacía con frecuencia, en concreto era fijo el paseo matutino-dominical lleno de fotografías, museos, exposiciones (que no expos) y vermús. La mezcla incomparable de resaca-dormir_poco-ensoñamiento era perfecta y las fotografías y recuerdos de aquellos días también. Por cierto, el otro día desempolvé los álbunes y carpetas de diapositivas de aquella época y había alguna buena. Decidí digitalizarlas para poder trabajar y publicar; hice una selección, mejor dicho, lo intenté y salieron alrededor de 4.000. La cuenta fue inmediata: 4.000 x 0,35 = 1.400 €. Intuitivamente eché mano al bolsillo y decidí que debería hacer una nueva revisión… hasta hoy.

Pero siempre me voy del tema, narices. La cuestión está que entre tanto paseo y debido en gran parte a la gran afluencia que ha tenido la Expo (por cierto y hablando de cuentas, aunque me vaya de tema, la afluencia vuelve a ser una medida relativa; nos inundan sobre el éxito que supone los 5,5 millones de visitantes y la cifra en sí, cierto es, es grande, casi astronómica; pero uno, un poco dado a las cuentas no sé por qué, pensaba que si se habían vendido 30.000 pases de día entero y otros 30.000 de pase nocturno, eso sumaba 60.000 y teniendo en cuenta que cualquiera de esos afortunados entraría del orden de 25 veces eso quita ya 1,5 millones de visitantes, dejando más que escueta la cifra astronómica anterior; eso sin contar que no se ha dicho cómo se contaban los pases, porque uno podía entrar y salir, sin saber la contabilización…) Zaragoza se nos ha llenado de esos ilustres paseantes conocidos como turistas.

Turistas en la Plaza del Pilar de Zaragoza

Turistas en la Plaza del Pilar de Zaragoza

Debo decir, en consonancia con el primer párrafo, que lo primero que hay que declarar es que todos somos turistas. Esto nos salva porque es insólita su propia figura: son las 15:00 horas, el termómetro oficial marca 41ºC (los de los mupis, 48), los comercios en su mayoría cerrados, los zaragozanos, conocedores, se ocultan en cualquier lugar… pues allí está, el turista, sufrido pero persistente, pasea por la Plaza del Pilar, cámara en mano, hijos en la otra y gorrita de John Deere (bueno, seguro que es de Dolce&Gabbana, pero mis recuerdos rurales de la infancia persisten con la conocida marca de maquinaria agrícola). Siempre están en la Plaza del Pilar. Mira que hay sitios más bonitos e interesantes, pero todos pasan por allí.

Claro que cuando yo voy a París, paseo cámara en mano y niños en la otra por la Torre Eiffel y no me sacan de allí, o en Venecia siempre acabo en la Plaza de San Marcos. Todos sabemos que hay otros rincones, lugares y espacios más interesantes, pero el turismo es lo primero y hay que cumplir.

Si nos dedicásemos a preguntar, a hablar y comunicarnos con la gente, encontraríamos otros lugares, posiblemente no tan conocidos pero encantadores, sujetos a la subjetividad de nuestro interlocutor y, por tanto, seguro que apetecibles. Si preguntásemos a los habitantes y residentes del lugar destino de nuestra estancia turística descubriríamos otro lugar.

Pongamos un ejemplo: se me acerca Mme. Dupont (todos los franceses se llaman así, ¿no?), residente en Saint Nazaire (en bretón Sant-Nazer), departamento de Loire-Atlantique, junto a la maldita bola del mundo próxima al Pilar y los Juzgados:

— Bonyú, mesié. U es que ye peu aler a quelque lieu enteresan par isi? La Pilarica et el luan disi?(traducción simultánea: Tío, ¿dónde puedo ir a algún sitio interesante por aquí? ¿La Pilarica está lejos de aquí?)
— Pues mira, maña. Lo primerico es que casi te partes los piños contra la columna. Lo segundico es que no sé quien coño te ha dicho lo de la Pilarica ya que nadie en Zaragoza la llama así: es el Pilar o la Virgen del Pilar, nunca la Pilarica (creo que lo inventó uno de Madrid que pasaba por aquí y conjuntó nuestro diminutivo característico -también navarro, claro- con nuestra diminuta representación de la advocación pilarista). Lo tercerico es que ¿ves esta gran basílica?, pues bien, es el Pilar y ya lo has visto. Si tienes mucho tiempo pon una vela y mira a lo lejos algún fresco de Goya y Bayeu, pero como no lo tienes y llevas gafas, déjalo. Haz otra cosa, ¿ves esa torre al fondo, encima de una fachada blanca-blanca y un edificio que no pega ni junta delante? Pues eso es La Seo (que no el Aseo) y es la verdadera Catedral de Zaragoza. El 95% de la gente que viene a Zaragoza entra en el Pilar y no va a La Seo, ellos se lo pierden, tu no deberías.

Catedral de La Seo de Zaragoza

Catedral de La Seo de Zaragoza

— Oh, se mañifique…
— Pues sí, es magnífica y mañífica, tienes razón. Encontrarás en ella todos los estilos desde el románico hasta el neoclásico y tendrás un magnífico ejemplo y recuerdo de uno de nuestros estilos más peculiares: el mudéjar. Además, si puedes perderte por las callejuelas que lo rodean, encontrarás calles encantadoras y preciosos palacios renacentistas…
— Oh-la-la…
— Pues sí, ya veo que lo coges: La – La Seo. Pero también si tienes algo más de tiempo te recomiendo que salgas a la ribera, pasees un poco por ella y mires su río. Se llama el Ebro (O Ebro en lengua aragonesa, único río masculino ya que todos son femeninos: a Zinca, a Uerba, etc.) y es tan contradictorio y cambiante como el carácter aragonés. Ahora lo ves casi seco cuando hace 3 meses casi se lleva una Expo por delante. Bueno, pues eso, toma la orilla, disfruta y cuando llegues a una plaza con obelisco, toma un parque y vete hasta el Castillo de la Aljafería.
— Algafeguia?
— Sí, cuesta decirlo, Al-ja-fe-rí-a. Es un castillo de origen árabe, más en concreto de la época de los reinos taifas. Es único. Pasea por su interior e imagina…
— Se bian, se bian. Sa sufí. E pur manyé? U e le Tubó? (trad. sim. Está bien, está bien. Es suficiente. ¿Y para comer? ¿Dónde está el Tubo?)
— Bueno, pues si me preguntas hace 5 o 6 años te diría que te olvidases del Tubo, pero ahora no. Muy cerca, antes de llegar al Tubo desde aquí, encontrarás excelentes bares de tapas. Elije bien ya que los hay muy caros y no tan buenos. También tienes muy cerca la Plaza Santa Marta que es un lugar exquisito y, además, bonito. Pero pregunta a los zaragozanos, ellos te aconsejarán lo mejor. Porque, ¿sabes?, los zaragozanos además de cazurros, cabezones y egoístas, son amables y todo…
— Oh, mersi mesié…
— De gian, maña…

Turistas en el monumento a Goya de la Plaza del Pilar (mucha cámara, claro)

Turistas en el monumento a Goya de la Plaza del Pilar (mucha cámara, claro)

En fin, que cualquiera diría otras rutas distintas de las “oficiales” cuando se recorre una ciudad… Pero la obligación y fidelidad del turista es persistente y continuaremos recorriendo siempre los mismos lugares que todos, perdiéndonos los rincones y encantos que toda urbe posee.

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Se acabó lo que se daba. Ya está, se terminó. La Expo de nuestros amores y desamores ha finalizado y, al fin, hemos comprobado que sí existe vida tras la expo (ya ves, Carlos Mata, tu respondes a ¿Hay vida después de la Expo? con La vida después de la Expo) de la misma forma que la ha habido tras la puesta en marcha del Acelerador de Partículas (ver, por ejemplo, la noticia ¿Desaparecerá la Tierra el próximo 10 de septiembre? en el Heraldo, entre otros).

La Expo de Noche en junio

La Expo de Noche en junio

La sensación inicial del momento es de resaca, pero de las resacas con buen rollo, o sea, esas que te duele un huevo la cabeza pero te ríes al recordar todo lo que hiciste la noche anterior. Todo en Zaragoza durante hace más de dos años ha estado marcado por la Expo y, claro, al finalizar uno queda con el cuerpo vacío, con cierta depresión pero satisfecho. Sobre todo esa impresión es importante: la satisfacción por el trabajo bien hecho, por el legado urbano y social (por favor, leamos bien la Carta de Zaragoza), por una conciencia social inaudita en esta urbe (enhorabuena y gracias, voluntarios) que quiere perdurar y por un recuerdo que probablemente nos sobreviva.

Y puestos a recordar, me quedo con varios recuerdos musicales, uno de ellos el último día (además de muchos de los conciertos que ha habido y de los que he comentado en otras ocasiones, como por ejemplo los de Juan Luis Guerra y The Chieftains en el anterior post Septiembre agridulce (como las salsas de los restaurantes chinos)). Me refiero a los sonidos de la Expo (por cierto, señores de la casi extinta sociedad Expoagua, ¿se editará algún día un CD con las músicas de la Expo? Concreto: quiero guardar, no solo en mi memoria, las músicas de la Cabalgata “El despertar de la serpiente”, la del “Hombre Vertiente” y, sobre todo, la magnífica sinfonía para “Iceberg, sinfonía poético visual” de José Luis Romero). Lo reconozco: tras haber escuchado en 92 ocasiones, paseando a mi perra por las noches, la música de Iceberg, no puedo vivir sin ella; la tarareo sin cesar y molesto a mis vecinos cantandola a voz en pecho.

Respecto al último día, me quedo con Philip Glass, claro. El espectáculo de fuegos “Paisajes del río” fue eso, espectacular, pero la música de Glass que le acompañó me embriaga. Sus sonidos reiterantes que no repetidos, las voces atemporales y su capacidad de asombrar siempre me han encantado (reconozco que no es música fácil ni para todos los públicos: mis compañeros de trabajo me ponen a caldo cuando les deleito con su música y lo entiendo, es inaguantable, por eso sigo poniéndosela). Tal vez fue lo que hizo que la noche final de la Expo fuese inolvidable (bueno, junto con el infortunio de mi hijo Ángel al que se le ocurrió perder justamente ese día el Pasaporte que tanto le había costado completar con más de 100 estampaciones; por cierto, si alguien lo recogió, que se ponga en contacto con un servidor ;-))

Como suelo hacer últimamente, dejo como legado particular para los sufridos lectores, un vídeo de calidad deplorable (mi N95 no da mas de sí…) con los últimos minutos de apocalipsis del espectáculo y con el sonido bajo de la composición de Philip Glass.

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Ha vuelto a suceder, queridos seguidores. Septiembre se ha presentado con su crudeza, esperanza y colección de fascículos de armas de guerra oriental de la actualidad.

Y es que esto es así. Uno echa la culpa al retorno de las vacaciones, la vuelta del estrés y los gastos del cole de los ninios, pero no es así. La culpa es de septiembre. La prueba menos refutable se encuentra en que yo he vuelto a trabajar en agosto y no ha pasado nada. Pero volvemos el primero de septiembre y todo es distinto. Insisto, la culpa es del maldito mes, contradictorio hasta en su nombre (¿porqué es “séptimo” si es “noveno”?)

Porque es un mes de rupturas. La del retorno al curro es muy conocida y no insistiré. Solamente comentar que los caretos y tocaduras de oeufs de los compañeros y jefes son insoportables. Se diría que han sido infelices y quieren descargar su impotencia en quienes hemos aguantado estoicamente las canículas del mes octavo (este sí, el de Augusto, por cierto Emperador, como yo). Incluso llegan a producirse situaciones paradójicas (bueno, como diría alguien que yo sé “kafkianas” ;)); como resulta que tú, ingenuo, te fuiste a mitad de julio y ellos vueven a finales de agosto, la conclusión es obvia: has estado mes y medio de vacaciones.

Pero el curro es lo de menos. Al fin y al cabo uno se hace en un par de días a la rutina y ya está. Lo peor son otras cosas. Por ejemplo: septiembre es el último mes del año en que puedes admirar los generosos escotes y tirantes de sujetador de colores chillones. Esto que parece trivial, no lo es tanto para quienes crecimos en un momento digamos al menos que dudoso (adolescencia con destape incluida). Para nosotros la prenda más íntima visible en la parte superior de una chica era una hombrera. La fugaz visión de un pliegue de sujetador al asomar en la convexidad producida por dos botones de una camisa ajustada era digna de recuerdos y poluciones nocturnas. Pero eran otros tiempos…

Durante mucho tiempo mantuve la opinión de que lo mejor de ir adquiriendo cierta edad era la ampliación del número de mujeres que te podían llegar a gustar. Me explico: a los veinte años te gustan las chicas desde los 14 (o un poco más, que son unas niñas) hasta los veintipocos (que ya son unas abuelas). Con el paso del tiempo, el intervalo de edad se amplía y así, a los cuarenta, te gustand desde los 14 hasta los cuarenta y poco. Eso está bien y lo mantuve hasta no hace mucho en que mi amigo Juan Carlos “el moro” (un tanto mayor que yo y más precoz en dejar descendencia) me explicó que mi tesis era cierta salvo en un aspecto: llegaba un momento en que tus hijas crecían y alcanzaban edades que limitaban tu espectro mujeriego. Así, cuando tu hija cumple los 14 ya no ves chicas sino a tu hija y otras enemigas y, por tanto, dejan de gustar. Tal vez sea una respuesta de la Naturaleza a estas actividades promiscuas.

Pero estaba hablando de septiembre y sus cosas, no de mujeres. Siento irme del tema.

Septiembre también es el mes de los fascículos por excelencia (tal vez junto a enero, pero eso es otra cosa). Poco podemos comentar que no se haya dicho ya por la televisión, así que no insisto. Y también es el mes de las propuestas. Todo nos lo proponemos para mejorar: vamos a empezar a correr, tomaremos esa dieta que hemos abandonado en dieciocho ocasiones anteriores, volveremos al gimnasio como cuando teníamos dieciocho, etc. Y eso está bien, sobre todo cuando una semana después volvemos a la rutina ya comentada del curro…

Y en Zaragoza, como durante todo el verano, septiembre está en la boca de todos por la Expo. Es el último momento: tenemos que ver esos pabellones que nos faltan, entrar todos los días a ver no-sé-qué, pasear por la Avenida 2008 para tropezar con todo el mundo y, sobre todo, aprovechar lo poco que queda, que no se va a repetir y que lo que vemos ya no estará en unos meses. Pese a ser cierto, uno empieza a estar harto de ello. Últimamente ya no disfruto en la Expo lo que disfruté al principio. Todo son tumultos, gente y barullo. Me recuerdan a los odiados sábados de diciembre en El Corte Inglés. No los aguanto.

Bien es cierto que sigo acudiendo y buena prueba de ello son los dos vídeos pequeñitos (y de ínfima calidad) que dejo para el recuerdo. Son los dos últimos que he visto en la Expo y lo cierto es que he disfrutado (pese a lo dicho de encuentro multitudinario). Poco tienen que ver en estilo, pero es que yo nunca lo he tenido ;), ya sabéis, y los dos me gustaron y me gustan.

Corresponden el primero a Juan Luis Guerra (dejo “A pedir mi mano” que aunque es hortera de narices, tiene su marcha y es el único que grabé entero) que estuvo por acá el pasado sábado 29 de agosto. Al concierto acudió hasta uno que pasaba por Tudela y por ello se armaron hasta broncas por la prohibición de acceso. Además era sábado 29, penúltimo día en que caducaban muchos pases de tres días. Vamos, un follón de narices. Pero el concierto en sí, muy bien, con mucha entrega, mucha bachata y marcheta “pa bailá”, en la línea de Juan Luis Guerra.

Y el segundo al mini-concierto con que nos deleitaron los abuelos The Chieftains el pasado jueves en la Plaza Aragón de la Expo. Mini porque duró apenas una hora (incluido un bis), abuelos porque llevan desde 1963 y deleitaron porque fue una delicia volver a oírles tanto tiempo después (los sonidos deliciososo de “Women Of Ireland” de la banda sonora de “Barry Lyndon” de mi favorito Stanley Kubrick nos envolvieron e hicieron mágica la noche, de nuevo). Por cierto, podéis ver más vídeos y crónica en la Web de Gaby (“The Chieftains”) y en la de la Expo (“Chieftains, los jefes de la música irlandesa”).

Pero me he vuelto a ir un poco y no he terminado con el mes. De hecho estamos sólo a 6. Incluso me podríais reprender el porqué del título “agridulce”. Hasta ahora todo ha sido “agri” y falta el “dulce”. Para mí septiembre es dulce porque todavía se vive en la calle, el tiempo es plácido, vuelve a llover al fin después de tantos meses y, en el fondo, es encantador ver a los niños llorando con su inocencia a la entrada del cole, inermes ante lo que se les viene. O tal vez sea porque casi todos los cortes con mis ex-novias se producían este mes. O, seguramente, porque el título del post me gustaba, no así la comedia romántica de la cual se ha producido el plagio (Noviembre Dulce)…

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Agosto en Zaragoza está de muerte. Que sí, que la tranquilidad se respira por todos sitios y, pese a la Expo, se puede pasear e incluso vivir. Hace años que busco desesperadamente permanecer en esta Zaragoza en verano, revivir la tranquilidad, el tiempo y el espacio habitable.

Ayer fue uno de esos días tranquis, mezcla de viva actividad, recuerdos y nostalgia. El verano permite ciertas cosas que procuro recrear en los ratos libres.

Tras currar por la mañana, comí rápido y cogí la bicicleta. Yo he sido gran ciclista, sin llegar a competición (siempre llegué tarde a eso en todo) pero con buena rodada, ritmo y fondo.

Todo me viene de mis 16 años cuando dejé mi colegio dominico (ver crónicas) y terminé bachiller y COU en el Instituto (el Mixto 4, aquel itinerante que recorría todos los edificios a punto de ser declarados en ruinas en esta ciudad; grandes recuerdos que dejo para otra ocasión). Para ir desde la casa de mis padres en Universitas (por las Delicias) hasta la plaza San Pedro Nolasco (en pleno Casco Viejo) tenía pocas alternativas y todas ellas pasaban por un largo tiempo de recorrido. Como nunca he sido dado a excesos madrugadores, vi en la bicicleta la alternativa de transporte adecuada. Todos los días, lloviese o hiciese un sol devastador, allí estaba montado a las 8 y media de la mañana o antes entre los coches, sorteándolos cual “Baulero“.

Desde esa época nunca dejé la bicicleta. Fue mi medio de transporte habitual durante más de 10 años. A todas partes iba con la Jacinta (una bici rescatada del pueblo y “tuneada”, con más de 50 años de pedaladas a sus espaldas, sin cambio de marchas y habitualmente también sin frenos), hasta que me la mangaron, o con la Orbea de paseo, un poco después (esta ya con cambio y frenos).

Con esa Orbea (como decía mi amigo Roberto entonces “Orbea, si la miras se estropea”) hice grandes cosas: recorrí todo el norte de la Península, desde Asturias a San Sebastián pasando por la subida a los Lagos de Enol, con mi buen amigo José Luis; múltiples subidas al Pirineo (la más destacable una en solitario al refugio de Biadós en Gistain, en tres días, ida y vuelta); y un largo etcétera.

Pero me pasó como me suele suceder casi siempre: me compro algo mejor y dejo de hacerlo. Me explico: me compré una flamante Orbea de montaña y dejé de montar en bici (algo parecido me pasó cuando me compré, al fin, una maravillosa guitarra acústica que hacía años que deseaba y dejé de tocar; o cuando terminé el maratón de Madrid y dejé de correr, al estilo Forrest Gump). No sé porqué pero cambié. Dejé de ir en bici durante años y ahora llevo tres o cuatro que, aunque poco, lo hago algo.

Pues ayer me decidí a cogerla. Entre otros motivos había varias curiosidades que quería descubrir, sobre todo la de conocer un nuevo recorrido que partiendo del barrio de Las Fuentes, lleva al Galacho de La Alfranca. También deseaba saber de una vez por todas qué era eso de AVZ que veía en los carriles bici de la ribera y que tanto me llamaban la atención. Y, claro está, disfrutar del paseo con el sol abrasador y el cierzo implacable como compañeros…

Lo de ir al Galacho en bicicleta era algo añorado. ¡Cuántas veces de ir a ver pajaricos, bichos y plantas en la época naturo-ecologista! Aquellas visitas con mi buen amigo Pedro Rovira al Galacho eran lecciones de naturalismo, biología y zoología que mamé a mis vietipocos años (por cierto, Pedro era y es uno de los mejores fotógrafos que he conocido, y he conocido a varios; veo aún alguna foto suya en el interesante blog de su mujer, Puri Menaya, “El rincón de la bruja de chocolate”).

El paseo es delicioso. Discurre por la ribera del Ebro, por esa ribera de siempre que tanto he añorado desde que la “civilizaran” en mi barrio, la Almozara.

En mi caso seguí desde la Almozara por el carril bici en la ciudad (eso marcado con AVZ, que descubrí era “Anillo Verde de Zaragoza” y es el conjunto de trayectos preparados para recorrer en bicicleta, tanto por la ciudad como por las proximidades; ver la información del ayuntamiento de Zaragoza) entrando en un camino acondicionado a partir del puente de Manuel Giménez Abad. Desde ahí, pasas frente a la desembocadura del Gállego, por el Soto de Cantalobos, un verdadero bosque, sigues por arboledas y campos hasta llegar a la nueva “pasarela del Bicentenario”. Allí tomas la otra margen, la izquierda, bordeando siempre el río y viendo todos los sotos, meandros, mejanas y galachos que al padre Ebro le ha dado la gana hacer. Todo un alarde natural, casi cuidado, con esa frágil convivencia que había hace años entre la agricultura y la naturaleza, esa simbiosis que se mantuvo hasta la llegada de nuestra “civilización”. Y todo eso a escasos 5 Km. del centro; un lujo.

Pasados unos kilómetros te adentras un poco para llegar al Galacho de La Alfranca, el lujo mayor de naturaleza en Zaragoza. El Centro de Interpretación te de la civilizada bienvenida y, a partir de allí, a perderte, que es lo mejor que se puede hacer en ese espacio natural.

El paseo es perfecto. Aúna el recorrido natural (sotos, meandros, mejanas y galachos), la belleza del río, las arboledas y bosques (alamos, chopos, tamarices, sauces, olmos, cañas, etc.), todas las aves que te sobrevuelan, algún destrozo urbanita y el esfuerzo de esos 17 km. hasta llegar a La Alfranca (y la vuelta con el cierzo de cara).

A más, a más, el itinerario urbano permite conocer los 14 puentes que ahora tiene Zaragoza sobre el Ebro, 12 más que cuando yo nací. Pero hablar de los puentes de Zaragoza lo dejo también para otra ocasión.

Disfrutad (ya sea solos, en familia, con la pareja o el amante) de este paseo en bici (también puedes hacerlo andando o cogiendo el trenecito que sale del Puente Giménez Abad cada hora y media) y conoced nuestro río, tantas veces denostado y apartado de la ciudad, que la Expo nos ha permitido recuperar y revivir.

El recorrido

Recorrido hasta el Galacho de la Alfranca

Recorrido hasta el Galacho de la Alfranca

Lugares interesantes

Destaco algunos de los lugares pasados, con imagen de situación y foto de ayer.

Puente de Manuel Giménez Abad, inicio

Google Maps - Puente Giménez Abad

Google Maps - Puente Giménez Abad

Puente del AVE y Puente Giménez Abad

Puente del AVE y Puente Giménez Abad

Desembocadora del Gállego

Google Maps - Desembocadura del río Gállego

Google Maps - Desembocadura del río Gállego

Desembocadura del río Gállego en el Ebro

Desembocadura del río Gállego en el Ebro

Soto de Cantalobos

Google Maps - Soto de Cantalobos

Google Maps - Soto de Cantalobos

Soto de Cantalobos

Soto de Cantalobos

El Ebro en el puente de la Z40

Google Maps - El Ebro bajo la autopista Z40

Google Maps - El Ebro bajo la autopista Z40

El Ebro a su paso bajo el puente de la autopista Z40

El Ebro a su paso bajo el puente de la autopista Z40

Orilla derecha del Ebro – tamarices

Google Maps - Orilla derecha del Ebro

Google Maps - Orilla derecha del Ebro

Margen derecha - Tamarices

Margen derecha - Tamarices

Campos en la margen derecha

Campos en la margen derecha

Pasarela del Bimilenario

Google Maps - Pasarela del Bimilenario

Google Maps - Pasarela del Bimilenario

Pasarela del Bimilenario

Pasarela del Bimilenario

Pasarela del Bimilenario

Pasarela del Bimilenario

Orilla izquierda – meandros y galachos

Google Maps - Margen izquierda - Meandros

Google Maps - Margen izquierda - Meandros

Meandro en la margen izquierda por el Soto de Benedicto

Meandro en la margen izquierda por el Soto de Benedicto

Atardecer por La Alfranca

Google Maps - La Alfranca

Google Maps - La Alfranca

Atardecer por el Galacho de La Alfranca

Atardecer por el Galacho de La Alfranca

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Pues sí, tras tres años de obras, molestias, polvo, destrozos, construcciones, moles faraónicas y pequeños sarcófagos secretos, llegó la Expo.

La inauguración me pillo en casa (ya se sabe, niño pequeño, madrugón al día siguiente, etc.) y tomé un poquito de vídeo cutre desde la terraza.

Pasado el fin de semana fuera, hemos ido los tres días (bono noche ad hoc) y sentimientos contradictorios: amabilidad mucha; aspecto en algunos edificios imponente, en otros discreto; contenidos flojitos hasta ahora (sólo he visto pabellones nacionales), alguno incluso malo, directamente; actuaciones buenas (excelente “Hombre vertiente”); y conciertos, por ver…
Torre del agua - ExpoZaragoza 2008
A pesar de saberlo, tengo cierta desilusión por los pabellones de países. Posiblemente el problema es el recuerdo de los colosales pabellones de Sevilla 92, que ahora son pequeños bazares, en la mayor parte de los casos.

Pero no puedo opinar de mucho más. La organización, de momento, excelente.

Enhorabuena a quien le toca y ya iremos comentando.

Dejo alguna fotito para hacer boca.

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El blog de la Expo 2008 de Zaragoza nos ofreció recorrer las obras el pasado 29 de marzo. Podéis encontrar las noticias al respecto en el blog de la Expo:

También en muchas de las bitácoras de la gente que fuimos (supongo que soy el último en poner la noticia) y que me resisto a poner por vergüenza propia que no ajena. Solo comentar que estuve maravillosamente acompañado de Gaby, Antonio Novo, Fernando, Carlos, Emilio y muchos otros.

Yo en la Expo

Pero supongo que lo importante es la noticia, los comentarios y las fotos. Así que allá voy:

  1. La noticia:
  2. Pues eso, que recorrimos las obras de la Expo desde las 13:00 hasta las 14:45, en autobús y con dos paradas: a pie de la Torre del Agua y en la zona de las plazas temáticas próximos al Pabellón Puente. Nos acompañaron de Comunicación de la Expo, en concreto y en mi autobús Juan Luis.

  3. Los comentarios e impresiones:
  4. Me gustó la claridad de Juan Luis a una pregunta repetida: ¡Llegaremos! Yo no lo sé, tengo dudas en su conclusión íntegra.
    El recinto es correcto aunque comparto la idea de que parece un tanto pequeño, aunque los edificios no lo sean. Algunos impresionantes, sobre todo, la Torre del Agua y el Pabellón Puente; otros prometedores: ciertas Plazas Temáticas (la de Iniciativas Ciudadanas parece encantadora).
    La impresión general es de caos, como no podía ser de otro modo. Yo no hacía mas que repetirme que las obras grandes me parecían más o menos avanzadas, pero lo que es los detalles, la urbanización, la limpieza de elementos de obra y demás, me parece imposible. Claro que seguramente eso es lo de menos…
    Pues bueno, tiempo al tiempo. La conclusión es satisfactoria: me gusta (claro que a mí me suelen gustar las obras tipo grandeur francesa…), aunque sigo con mis críticas de destrucción (el otro día casi me echo a llorar cuando vi talado un viejo olivo al final de la calle de Almozara), cementazo, irrespetuosidad con la naturaleza tradicional (aunque sea cutre, era la nuestra) y mi viejo miedo a los pelotazos inmobiliarios y a los saquetes de euros repartidos bajo una legalidad más que dudosa.
    Claro que solo son impresiones…

  5. Por último, las fotos:
  6. Dejo una galería con las fotos que hice, sin quitar ni seleccionar ninguna. Hay de todo, pero nos hacemos a la idea. Si os gusta alguna, me la podéis pedir en tamaño original.

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Nunca he sido muy amigo de esta Expo 2008 de Zaragoza. Tal vez porque las obras las tengo al lado (vivo a 50 metros del Pabellón Puente) y cada dí­a no sé por dónde saldré de casa; y del polvo ni te cuento… O tal vez porque siempre estas cosas promocionan pelotazos inmobiliarios de tamaño descomunal. O seguramente porque una Expo que va de “ecológica” genera unas obras que se han cargado totalmente nuestras antiguas riberas y han sustituido el viejo y sucio manto verde por el relucido hormigón blanco…

Pero aun no siendo muy amigo, hay que reconocer lo que está bien. Y está bien que la ciudad se moderniza y, al fin, tendremos (espero) unas ví­as de comunicación modernas, puentes y palacios de congresos, actividades culturales, etc.

Y hay que reconocer que siempre me ha gustado “A hard rain’s a-gonna fall” de Bob Dylan, que Amaral son muy buenos (además de ser de esta ciudad) y que la versión que ahora la Expo2008 nos ofrece en su página, es muy, muy buena.

Por eso, descárgate “Llegará la tormenta”, la versión realizada para la Expo, en MP3 o en 3GP, y cuyo ví­deo incluyo a continuación.

Y, además, el planteamiento de la Web de la Expo www.expozaragoza2008.es es muy bueno, con su blog y su canesú. Siempre interesante, actualizado y muy 2.0. Por eso le dan premios y por eso, les doy la enhorabuena a Juanlu y a todos los que la realizan. Felicidades, de verdad.

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No suelo hablar en los comentarios que hago en esta bitácora de los trabajos que suelo realizar. La verdad es que mis ocupaciones laborales son múltiples y suelo “hacer igual un roto que un descosido”. Pero en este caso haré una excepción debido a que la semana que viene se celebrará en el Centro de Tecnologías Avanzadas una Jornada de Presentación de los estudios realizados bajo el epígrafe Acciones Complementarias y de Acompañamiento a la Formación del Instituto Aragonés de Empleo.

Llevo ya casi cuatro años realizando algunas de estas actividades de investigación sobre la formación y lo cierto es que me suelen agradar. Es una de mis actividades dentro de la sección “Consultoría” que desempeño, creo, con dignidad y algunos de los trabajos han servido para algo dentro de este apasionante mundo de la formación para el empleo (evolución de la formación de desempleados ya que afortunadamente casi no los hay).

Fruto de estos años, algunos de los trabajos que he realizado (mejor puedo decir que he dirigido ya que siempre se han basado en un sólido equipo de trabajo) se pueden ver en la Web del INAEM, a saber:

Cartel de Babelnet

Pues bien, este año he dirigido un proyecto un tanto atípico ya que el resultado no es un estudio sino un producto tangible: un CD. Se trata de un desarrollo multimedia para la enseñanza de idiomas a personas con puestos de trabajo de atención al público. Es una herramienta sencilla que permite aprender algunas expresiones y vocabulario básico de esos roles laborales (en inglés, francés, alemán e italiano).

No somos muy pretenciosos con el producto resultante, pero creemos que puede ayudar en algo al aprendizaje de idiomas en colectivos que lo necesitarán de forma importante en la próxima cita internacional de la Expo2008.

El resultado se puede encontrar ya en la web del promotor, la Confederación de Empresarios de Aragón (CREA), en el siguiente enlace: Babelnet. Allí podréis ya descargar el CD tanto en ISO como en ZIP y podéis opinar sobre el producto final. El INAEM también lo colocará en su web próximamente. Vamos, que es primicia.

Por cierto, si estáis interesados en asistir a la jornada de presentación del INAEM, deciros que será el 28 de noviembre y que encontraréis más información en este enlace de su web. El folleto está aqu­í y el formulario de inscripción parece que todavía no practicable.

Os espero en la jornada.

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